El control
del fuego por los primeros seres humanos fue un punto de
inflexión en la evolución cultural humana
que permitió que los seres humanos proliferaran debido a la incorporación de la
absorción de las proteínas y los hidratos de carbono mediante la cocción, la actividad humana en horas
nocturnas, y la protección ante los depredadores
Las
primeras evidencias de uso del fuego por seres humanos provienen de diversos
sitios arqueológicos en África Oriental, tales como Chesowanja cerca del Lago Baringo, Koobi Fora, y Olorgesailie en Kenia. Las pruebas halladas en Chesowanja consisten
en fragmentos de arcilla roja que poseen una antigüedad de 1,42 millones años. Ensayos
realizados en los fragmentos encontrados en el lugar muestran que la arcilla
debió ser calentada a 400 °C para endurecerse.
En
diversos lugares en Europa se presenta evidencia del uso del fuego por parte de H. erectus. El más antiguo Samu (Homo erectus), fue encontrado en Vértesszls, Hungría, dónde se han hallado restos de huesos pero no
se han encontrado restos de carbón. En Torralba y Ambrona, España, se ha encontrado carbón y madera entre restos
de herramientas de estilo acheuliano con una antigüedad de entre 300.000 y
500.000 años.
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